Revivamos el encanto de los mitos y leyendas del Huila
Muchas veces hemos oído hablar de la cultura de narraciones de un pueblo o de una región que ha incido elementos ficticios a menudo sobrenaturales y se trasmiten de generación en generación, y así hemos podido aprender la historia a través los diferentes lugares, Estos relatos son trasmitidos de boca en boca y se van tornando fantásticos, y significa: Lo que debe ser oído, siempre es de carácter oral, entre las leyendas Huilenses mas destacados que nuestros abuelos nos han contados tenemos: El Mohan, La madre monte, La Patasola, El Poira, El Sombreron, El Guando, Los Tunjitos, El polo malo y la Gaitana.
EL MOHAN

LA MADRE MONTE

LA PATA SOLA

LA CANDILEJA

Se dice que era una india que fue quemada viva con su familia, en la casa en que vivía. Se presenta como una llama que alumbra en la oscuridad, espantando a los animales y llenando de zozobra a los campesinos. Habita en el monte, a orillas de los ríos y donde ha habido quemas o se observan ruinas.
EL POIRA

Este ser mitológico que tiene figura de niño, permanece en el río Magdalena y en las quebradas de agua cristalina que bajan de la montaña, cuidando el gran tesoro de los tunjos de oro, que le dejaron los indios. Juega en las cascadas, saluda al arco iris cuando aparece y es cuidandero fiel de la espuma que se hace sobre el agua.
EL TAITA PURO
Es un personaje exclusivo y auténtico de la mitología huilense. Tiene sus orígenes en la raza pijao, donde se le consideraba el dios del fuego y de las cosechas. En las grandes festividades de San Juan, San Pedro y en el Festival del Bambuco se representa como amo y señor de las fiestas.
LOS TUNJITOS

EL POLLO MALO

Nos persigue cuando regresamos tarde en la noche a la casa.
Cuando se le escucha, nunca se debe repetir su piar, ni rezar, solamente hay que apurar el paso porque de lo contrario enreda en su caminar y no permite descansar.
LA GAITANA

La tranquilidad inicial se rompe cuando Añasco intensifica la opresión sobre los nativos y éstos comienzan, en consecuencia, a dar muestra de rebeldía, en lo cual toma parte una india viuda llamada la Gaitana. Ella tenia un hijo, también gran señor que mandaba a mucha gente y que es requerido por Añasco en calidad de vasallo, llamado que dicho cacique no atiende. Ante la desobediencia del hijo de La Gaitana, Añasco decide aplicarle un ejemplar castigo para atemorizar la tierra: captura al rebelde y lo quema vivo en la hoguera, ante los desconsolados ojos de la madre. La Gaitana decide entonces tomar venganza.
Atendiendo la exhortación de la mujer enfurecida se congregan los indios paeces, piramas, guanacas y yalcones en un número de 12.000, bajo el mando de guerra del cacique Pigoanza, cuyo hijo, Don Rodrigo, informa de los preparativos bélicos a Añasco y le aconseja retirarse, cosa que éste no atiende. En la batalla cae preso Añasco y es entregado a La Gaitana, quien entonces ejecuta su venganza: le saca los ojos y debajo de la lengua le amarra una soga de la cual lleva al prisionero de pueblo en pueblo, celebrando con todos los indios la victoria; ya desfalleciendo el español, le cortan uno a uno los miembros y las partes pudendas. Muerto Añasco y sus hombres, sus carnes son devoradas por los indígenas, en medio de una gran fiesta y borrachera.
Información tomada de: http://www.sinic.gov.co/SINIC/ColombiaCultural/ColCulturalBusca.aspx?AREID=3&SECID=8&IdDep=41&COLTEM=212
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